miércoles, 30 de abril de 2014

AMORES ENCONTRADOS

"Es sensible al generoso afecto
Que emana del perro y que se dirige a él.
De manera arbitraria e incondicionalmente
Es él quien ha sido adoptado;
El perro daría la vida por él, y eso lo sabe".
Desgracia, Coetzee.

Puedo recordar con facilidad la fecha en que a mi hermana se le metió la locura de marcharse a Venezuela con su marido: un 23 de marzo del 2007. Para entonces yo tenía 14 años de edad y menos problemas que ahora, mi hermana estaba menos gorda y mi mamá mucho más delgada. Ese día, que no logro hallar en mi mente una imagen exacta de cómo fue, Karen se presentó, además que con maletas y lágrimas en los ojos, con un perro de aproximadamente 2 meses y de una raza desconocida. Al principio pensamos que era un Rottweiler por su color negro y sus manchas amarillentas justo donde éstos las tienen; esa opción hubo que descartarla porque esa raza de perros no es tan peluda. Después, optamos por pensar que se trataba de un Chow Chow pero no era así porque su lengua no era morada. Lo cierto es que lo adoptamos con el mejor de los cariños, como se les había adoptado a los anteriores, y le brindamos un lugar en la familia.
Aquí con Koky
Aquí con Koky más cachorro

Koky, como decidí ponerle de una manera arbitraria y sin que nadie me lo pidiera, creció creyendo que éramos sus dueños de toda su vida, aunque no lo fuéramos. Siempre fue juguetón, irresponsable, dañino e hiperactivo, pero así lo quisimos, por encima de todo lo que hace un perro cuando está cachorro. Ahora tiene 7 años con nosotros y se ha vuelto una parte indispensable de la casa y de nuestros corazones, se ha convertido en el hijo que aún no tengo, en el amigo ideal; y me recuerda al Jesús de Nazareth cuando me es fiel, cuando me perdona con facilidad si lo regaño y cuando está siempre ahí. De los perros que he tenido éste es al que más voy a recordar, tal vez, porque ahora tengo más memoria que antes y razono más, porque ahora tengo un conocimiento más amplio de lo que es el amor, de lo que es la fidelidad, de lo que es un perro.

Muñe cuando pequeña
Aquí con Muñe cuando pequeña
También pienso hablarle de Muñeca. Sí, de Muñeca, ¿no la conoce? Es mi perra; tengo una pareja de canes locos que dan felicidad, ambos negros, sólo que ella tiene el pelo crespo, por ser de raza French Poodle, y él liso por ser de la raza que desconozco. Muñe, como le digo de cariño, llegó a casa de una manera extraña: la tía de mi amigo Víctor, que tiene gran corazón como yo y recoge a todos los perros que ve por las calles, la halló perdida en una carretera desolada, con cara de temor y casi muriéndose de hambre, la trajo a la casa del gordo y la dejó por unos días. Después, al ver que no se podía quedar ahí y que en mi casa tampoco, decidimos venderla pero no se pudo porque ya estaba grande. Mi mamá se enamoró de la perra y ahora está aquí hace cuatro años. Debo admitir que Koky estuvo celoso un tiempo pero luego se acostumbró y hasta se enamoró.

Es gratificante tener en casa dos hermosuras que me brincan hasta el pecho como queriéndome dar un beso, que mueven sus rabos de un lado a otro y ladran cuando me ven, que corren toda la sala y lamen mis manos de emoción, que me salen al encuentro y tengo que agarrarme de las rejas para que no me tumben. Eso es gratificante para mí.

Muñe es más tierna que Koky, no sé si es por el género, por la raza o porque ya el perro está viejo y agotado de la vida. Si a ella la amo a Koky lo adoro; aunque ambos, para mí, tienen una gran significación en mi vida. Y podría escribir millones de cosas sobre ellos, las mordidas que me han dado, la veces que hemos jugado, los problemas en los que me han metido, la lucha que han dado, sobretodo Muñeca que hay que ponerle pañales cada vez que está en calor, pero sólo me interesa plasmar en este escrito que mi alegría sobreabunda cuando los veo, que mi corazón se entristece cuando pienso que algún día no estarán y entonces, ¿quiénes serán sus reemplazos? Creo que no los habrá, sólo me tocará llevar sus recuerdos plasmados en mi piel, porque si he de tatuarme nuevamente serán ellos los elegidos, sólo me resignaré al amargo recuerdo de unos amores encontrados.

8 comentarios:

  1. Bonito y con tono nostálgico. Mi última perra fue Target pero es una historia que no deseo, casi nunca, contar. Después de ella, para mi salud mental he decidido no tener más perros, muy a pesar del gusto que les tengo; acaso la muerte se entrometa y se mueran, junto con ellos, la alegría de la que hablas. Te leo.

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  2. hermoso!!!
    yo tengo tres y han sido parte de mi infancia... A,G

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  3. Muy bonito, sobre todo porque me gustan los animales pero más que eso, son nuestros amigos los cuales siempre están allí, claro que cuando se marchan dejan un enorme vacío en mi corazón, como paso con mi coneja marceline que cada día la extraño más. :(

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Ajá, cuéntamelo todo: