sábado, 15 de noviembre de 2014

NO ES LO MISMO

No es lo mismo escuchar la lluvia caer sobre el tejado y que tú no estés aquí, no es lo mismo ver el mar tragarse al sol en una tarde cualquiera y no contemplar tu silueta, y sólo ver brillar tu ausencia; no es lo mismo acostarse en el lecho y no sentir tu cuerpo, tus labios, tu piel. No es lo mismo amarte a la distancia, no es lo mismo, y por encima de esto te amo. Por encima de todo te siento en mis días callados, en mis horas tristes, en mi soledad prematura, en los viajes vespertinos de días grises. Te siento en mi corazón, en lo más arcano de él, en mis pensamientos, en el candor de los niños, en la melodía de los pájaros. Y te amo, sobretodo te amo; porque si no lo hiciera, iría a parar al lugar donde nunca quise que estuvieras, a donde el dolor es algo común y las lágrimas el pan de cada día, a donde el silencio es el dueño de todo, hasta de mí. 

No es lo mismo mirar salir el sol por aquella ventana y no verte aparecer en la puerta, risueña y semidesnuda; así como tampoco es lo mismo ver florecer las plantas mientras mi corazón se marchita de tristeza, y entonces me pregunto, ¿cuánto he de padecer en este mundo de penas? ¿Cuándo he de hallarte nuevamente en la habitación de la luz tenue? Y descubro que jamás, que nunca jamás porque tu armoniosa voz de soprano se calló de una vez por todas, porque tus ojos color aguamarina dejaron de reflejar el océano en tu rostro, porque tu cabello largo, como aquellos días silenciosos donde solíamos platicar agarrados de la mano, ha sido cortado como el tallo de aquel árbol; porque te has ido para siempre, para nunca volver. 

No es lo mismo ahora que antes. Porque antes hablaba de ti con profunda alegría, mas ahora me toca hacerlo con tono lastimero; porque era mejor visitarte en tu hogar, que hacerlo en tu tumba. Porque de todos los recuerdos, éste es el que más me ha marcado.